Las intensas lluvias que han azotado el centro y sur de Chile esta semana han dejado un saldo trágico: un fallecido y más de 4.000 damnificados, según las autoridades. El presidente Gabriel Boric, desde Suecia donde realiza una visita oficial, informó sobre la situación crítica y confirmó la primera víctima mortal. «Estas lluvias van a continuar de forma muy fuerte (…) lamentamos un primer fallecido», señaló Boric, mientras la Dirección Meteorológica de Chile emitía la «alarma», el máximo nivel de advertencia a la población.
Las regiones afectadas por esta «alarma» incluyen Coquimbo, Valparaíso y Metropolitana en el norte y centro del país, y O’Higgins, Ñuble y Biobío en el sur, donde se han registrado lluvias y vientos inusualmente intensos. La ministra del Interior, Carolina Tohá, declaró el estado de «catástrofe» en cinco de estas regiones para agilizar el despliegue de recursos y la asistencia a los afectados.
En Santiago, se espera que caigan en pocas horas unos 80 mm de agua, una cantidad que normalmente se acumula en todo un mes de junio en un año regular. Este evento meteorológico llega después de más de una década de sequía en la zona central de Chile. Según la Dirección Meteorológica, el frente está acompañado de un «río atmosférico» categorizado entre 4-5 en una escala máxima de cinco, debido a la cantidad de vapor de agua disponible.
El último reporte del Senapred (Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres) estimó en 4.304 las personas damnificadas, concentradas principalmente en ciudades del sur del país. La ciudad más afectada es Curanilahue, donde el desborde de dos ríos ha inundado las calles, causando grandes estragos.
Como medida preventiva, las autoridades han decretado la suspensión total de clases en Santiago y otras cuatro regiones, y han pedido a la población limitar sus desplazamientos para evitar mayores riesgos.
En Viña del Mar, a 110 km de Santiago, las autoridades están en alerta por el posible colapso de un edificio de 12 pisos y 200 departamentos en el sector de Reñaca. Las lluvias del fin de semana provocaron un socavón de 15 metros de extensión y 30 metros de profundidad bajo el inmueble, poniendo en peligro su estabilidad y la seguridad de los residentes.